domingo, febrero 12, 2012

BRONCA EN EL CANTA RIO

Los Eugenio

Siempre pensé que La Zuzuka estaba inspirada en el pueblo que está pasando San Jerónimo y resulta que no. Resulta que El Conde le puso así a esa canción inspirado en su moto, marca Zuzuki. Eso lo supe la tarde que estuve platicando con el Dr. Eugenio y su hermano Omar, los hijos del maestro Chon la tarde que me pasé oyendo música viejita de la región: Los Brillantes de Costa Grande, Los Caribe, Condesa Tropical, Sonidos Alegres (del Papayo). Cuántos recuerdos afloraron esa tarde mientras la aguja recorría los negros acetatos de Long Play (LP’s), con la basurita de fondo que da el polvo pero gozando el sentido de alerta que da el estar al pendiente del disco rayado: hay que pararse de inmediato a levantar la aguja y pasarla a la otra pista. La tecnología de ese tiempo estaba muy avanzada y teníamos un mecanismo para poner discos sencillos ( de 45). Había un tubo que se incrustaba en el eje y ese le permitía a los discos y aguja sincronizarse para dejar caer el siguiente disco y a la aguja volver a ponerse en las pista. Automático, se llamaba. Claro, con el tiempo se desgastaba y se venían de golpe y porrazo todos los disco que estaban pendientes sobre la aguja, Ocho se le ponían. Lo más seguro es que el disco que estaba hasta abajo quedara rayado.

a los Chey’s los conocí cuando se llamaban The Sheakes ( di sheiks). Vengo del buscador de gugol y lo traduce como “movimiento”. Quizá lo pensaron como “ritmo”. Sepa. Le digo al Dr. Sergio Eugenio que aproveche la generosidad del Mtro. Felipe y escriba algo sobre la historia de Los Chey. Está pendiente. Así sabremos si es verdad aquella leyenda urbana que dice que se llaman así porque el hijo de Enricón se emberrinchó y como los músicos que estaban ensayando eran seis, en su berrinche les dijo “chin su má los chei”.

Decía que los conocí a principios de los 70’s cuando sabían tocar en el zócalo. En el recuerdo estoy viendo ahora a Enrique con el micrófono en la mano cantando una balada y a un cuate en la batería que quiere destruirla con tanto chingadazo desaforado. Le veo muy saltones los ojos (¿le quemaría las barbas a Satanás?. Ese baterista es muy bueno y se llama Javier. Apaleaba los tambores con verdadera pasión. No, pero para pasión, la manera en que el flaco de los Chame’s requinteaba “Jugo de Uva”. Ahora lo veo a veces en una moto y lo precio mucho, El Conde, parece que le dicen. Cuando sea grande quiero ser como él. O mejor como Enrique cantando “El Palo de la Guayaba”. Recuerdo el ritmo de “Cacharifas ven, vamos a bailar esta cumbia, zanquita, que te va a gustar”. Esa cumbia se llama “Cacharifas, un mesero del Centro Canta Río, de San Jerónimo. En ese centro me puse pendejo con unas chelas y me puse a pelear a la maestra de inglés, Silvia. De pronto me vi rodeado de san jeronimenses que me querían partir la mandarina. De no ser por Miguel, el bajista de los Tigro hubiera recibido una madriza de aquéllas.

Es necesario, le digo a Sergio y a Omar, que se escriba sobre estos amigos. Tenemos a Los Tigros y a los Caribe y muchos etcéteras pero no pueden faltar los Chey. Grabaron un único disco pero es una maravilla. Si lo dudan, corran ahora mismo a buscar sus acetatos y escúchenlos. Si eso es imposible, vayan a You tube y alguna rola encontrarán.

Luego oímos a Los Relumbrosos, bueno, Los Brillantes de Costa Grande y nos deleitamos con la voz de Manuel Armenta. Yo me acordé de las borracheras que me ponía con Miguel, la bronca en Canta Río y terminamos hablando de “El Güero Guerinche” que Cortez compuso en un papel de estraza. “Se los regalo”, les dijo a los Caribe y estos se pusieron a ponerle ritmo y salió esa maravillosa cumbia con sabor a calabaza. Esta metáfora es de Sergio y se refiere al ritmo pegajoso de las trompetas que recuerdan al baile de “La Calabaza “que se baila en las bodas. Efraín Méndez estuvo presente en el recuerdo con la canción que le compuso a su hija Rubí. Qué bonita voz de este Efraín. Pero que inspiración la de Gonzalo Ramírez.

Fue una tarde maravillosa con Sergio y Omar, amigos que aprecian lo viejito. Y no es que estén viejos: Sergio es muy joven y Omar es más o menos de mi edad, un chamaco. Las canciones y las fotos son la máquina de que disponemos los humanos. Con ellas podemos echar marcha atrás, siempre al pasado y nunca al futuro. Ya no es extraño para mí que al estar con los ojos cerrados evocando recuerdos con las canciones viejas mis labios se estiren en una sonrisa. Sí, es seguro que una escena del pasado está en ese momento en mi mente. Al ser consciente de ello, no puedo más que darle gracias a la vida por tantas cosas que me ha tocado vivir. Creo que aún me falta mucho para entregar el equipo pero con lo vivido hasta hoy estoy satisfecho. Ahora me voy porque encontré un karaoke de Juanelo y voy a cantar “Espejismo”. Puras viejitas. Pero bonitas.

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