jueves, julio 17, 2008

¡QUE SUERTE TIENES, COCHINO!


A la mitad del camino te esperó la sombra fresca de una piel dulce de veinte años donde olvidar los desengaños de diez lustros de amor”

En su último congreso, los científicos de la rama de la medicina llegaron a la conclusión de que para curar el MDAn en definitiva no hay solución según palabras de su vocero Salvador Flores. Esto es grave ya que ese mal aqueja a toda la humanidad en el globo terráqueo sin importar cuán desarrollado esté el país. Pero además, esta aseveración acabó de quitar cualquier esperanza a los aquejados de ese problema que como ya queda dicho, son muchos.

Al verse totalmente desahuciados, los enfermos han buscado algunos el suicidio y otros, muchos, se han refugiado en el astro lunar fetichizándolo y dándole características que en realidad no tiene. A ese grado ha llegado la locura de los pacientes (para llamarles de algún modo, aunque el término correcto sería “impacientes”). Así tenemos que una de las enfermas ha solicitado al astro lunar lo siguiente:

“Luna, tú que la ves, dile cuánto le amo”

Y aunque la Luna sepa todo y vea todo, permanece mustia y no dice nada. Un vate le ha visto meterse en la estética y ha escrito un tratado sobre lo hermosa que se ve la luna en octubre. Con esto acarreó que otro filósofo azteca conocido como Rigo Tovar popularizara aquello de

“Luna, que velas su ventana, quizá enamorada también de ella estás”

Manifestándose aquí una desviación antropomórfica al atribuirle celos al astro por la ingrata y pérfida, según términos acuñados por el ínclito Salvador Flores.

Pero como en todas las cosas hay contradicciones, este caso no podía ser la excepción y así una minoría se ha reunido y ha deliberado sesudamente para llegar a la siguiente conclusión que da al traste con la aseveración inicial. Ellos han dicho:

La causa del mal se debe al rechazo de una de las partes, la no correspondencia. Identificada la causa, la solución es provocar esa correspondencia: si con amor no se puede, entonces con desamor se tendrá éxito. Así que la solución es ver todos los defectos del que no quiere corresponder y actuar con sensatez dejando lo que no conviene.

Esta aseveración tan objetiva no ha dejado satisfechos a los enfermos quienes argumentan “tú que sabes de amor si nunca te han besado” y basados en esa tajante verdad dicen que los que tal remedio recomiendan lo hacen porque no conocen la enfermedad. Inclusive, algunos aquejados del mal han sido patéticos en sus testimonios y han expresado

el alma se me está haciendo pedazos”

Y es que hay que anotar que una de las degeneraciones del mal es el masoquismo: no se le ven los defectos al ingrato (a) sino que solo se le ven virtudes. Esto ha llevado a los oftalmólogos del país a pensar que en realidad la ceguera tiene sus raíces allí puesto que es una obviedad que “el amor es ciego”.

A la basura se ha ido el remedio de “un clavo con otro dicen que se saca” puesto que la hija de Don Enrique lo expuso claramente en su tratado sobre las relaciones de pareja de los aquejados del mal: “hacer el amor con otro: no, no, no

Total que mientras dure la vida en este planeta veremos a los enfermos deambular por ahí mostrando los síntomas propios de la enfermedad: suspiros, lágrimas, romanticismo extremo, tristeza y aún locura puesto que existe el caso de aquel que se amarraba a un árbol a contarle a la luna sus peripecias; loco, le llamaban y no tenía nada que ver con la loca del muelle de San Blas.

La opinión humilde del que esto escribe es que basado en la experiencia que da tener cincuenta años en este planeta, puedo afirmar que aunque la pandemia ha cundido no hay mal que dure cien años ni cabrón que los aguante. Por otra parte, recomiendo refugiarse en la receta del Doctor Leduc: de amor y dolor alivia el tiempo.

La imagen fue tomada de

http://farm2.static.flickr.com/1385/1353576570_e67e0ff9c4_o.jpg

No hay comentarios.: