jueves, junio 28, 2012

Con Pedro Brito, en la cercanía del Poder

Cien

Me asomé por la ventana de la Oficina de Contraloría, donde estaba mi lugar de trabajo (allí me había ubicado el Contador Esteban) y vi al Lic. Pedro Brito abstraído en la amplia explanada de la Ciudad de Los Servicios. Estaba solo y eran como las siete de la noche y el sol ya estaba ocultando. Salí y le hablé. Su voz sonaba como triste cuando me respondió el saludo. Cuando logré su atención me acerqué con la confianza que el Presidente Brito me había otorgado desde antes de tomar posesión, la tarde que lo busqué en El Brital para hablar de política.

---Lo noto agüitado---Le dije. “Me voy, Chava”, me dijo volteando a verme.

---Pero si acaba de regresar. ---

Me explicó que sí, pero que solo había regresado para renunciar definitivamente a la Presidencia. Eran muchos los factores que incidían en su decisión: familiares, políticos, anímicos. Muchos. ¿Algo que pueda hacer por ti? Me peguntó.

“La vida en Palacio” es el término que utilizo para referirme a la vida que se lleva cerca del Presidente pero se aplica a todos los lugares en donde se ejerce el poder ya sea poder político, religioso o empresarial. El poder siempre es El Poder. Es una metáfora que implica zancadillas, golpes bajos, risas sinceras y amistades traicioneras, golpes bajos. A eso están sometidos todos los que rodean al Príncipe: los ministros, los asesores, los que quien algo, los que se acercan. Es una vida apasionante. Solo hay que estar prevenido, listo para ayudar y listo para esquivar chingadazos. El listo sube velozmente y el que se descuida cae estrepitosamente,

Pensé en esa analogía y vi a los ojos al Presidente Brito. ¿No hay alternativa?, le pregunté. “A la mejor sí, de hecho siempre hay. Pero lo hago así, he decidido esto porque es mejor para todos. Mi situación no me permite continuar aguantando la situación en la comuna y servir como debiera. Es mejor cortar ya”.

Volteé a ver la explanada, el sol ya casi oculto, y me acordé la noche que Brito dio el Informe de los primeros cien días de Gobierno. Era marzo de 2006, nuestros números eran maravillosos: la recaudación municipal de enero a marzo era de 680 mil pesos cuando en las administraciones anteriores, en el mismo período, era de 185 mil pesos. Era un indicador de la confianza de la población en la Administración Brito. Ya la presión de las contradicciones internas en la Comuna estaba dura (de hecho lo estuvo desde la campaña, desde la misma toma de posesión). Esa noche hicimos fiesta para nosotros, los artífices de la administración. Hay muchos que andaban desperdigados en el zócalo como Miguel Bello (mi jefe), y varios que contribuyeron con ganas al triunfo de la Administración Brito.. Tengo una foto de esa noche de gloria, allí aparecen Arístides, Rigo, Esteban, Estelita. Yadira, René, Neri, Javier, los que nos juntamos para la foto.

Ahora, dos años después de aquella noche, seguía con Brito. No, Señor, Usted ya ha hecho mucho por mí. Me ha conservado el trabajo, me autorizó la basificación, me ha brindado su confianza que es lo m´s valioso para mi. Mientras hablaba recordé la tarde que lo fui a buscar al Brital. Temprano me encontré con La Flecha y entre relajo le dije que quería unos cinco minutos con el candidato. La Flecha era candidato a Regidor (en su lugar entró Rigo, cuando La Flecha falleció). Me dijo “Sale: Te espero aquí a las seis de la tarde hoy. Te voy a llevar con Brito”.

Cuando llegué al Brital había mucha gente organizando las tareas de campaña para el día siguiente: qué buen organizador era Rubén Arellano complementado por su esposa Iris. Allí estaba Pedro Brito. Aunque la relación con los Brito la traigo desde que en la escuela Juan Álvarez era amigo de Raúl, en ese tiempo Pedro todavía ni nacía. Pero ahora que me vio allí me sonrió ampliamente y me dijo “qué paso, cabrón”. Señor, le dije, solicité hablar con usted unos minutos, no muchos, menos de cinco minutos. “Ah, no mames, déjate de pendejadas. Vente, vamos a tomarnos un café.”

Y por primera vez estuve en la mesa familiar de Pedro Brito chingándome un café con el candidato. Primera vez de una larga serie de veces en que estaría con este hombre: a veces café, a veces huevos revueltos en el desayuno o la cena, comiendo lo que él comía. Unas veces acompañado de otros colaboradores y otras veces solo, como ahora. Le planteé mi asunto: era el Contador de Germán pero en esta elección no votaría por el candidato del PRI sino por el PRD, Por Brito. Y en lo que pudiera ayudar, ahí estaba. “¿A partir de cuándo?”, me dijo. Primero déjeme informarle a mi Jefe Lucio y a mi Presidente Germán. De allí yo vengo a verlo. “Sale”, me dijo. Esa manera de ser de Pedro Brito me ganó. Yo ya conocía el modo de ser de Javier Galeana, de Acacio, de Germán. La manera como me trató Pedro Brito me hizo pensar en ese momento “Este es mi candidato”. Al otro día llevé unos documentos donde el Lic. Germán y le informé: “Me estoy reuniendo con la campaña de Pedro Brito. Voy a votar por él pero mi voto será cruzado, diferenciado: para la diputación voy a votar por usted, por Germán adame; para la presidencia, voy con Brito.” Germán dejó de firmar y me dice “¿y eso, Chavita? ¿Por qué no vas con El Profe?. No, le dije, me importa mucho el trato que me dan y el PRI me ha ofendido mucho en estos últimos meses de su Administración, Licenciado.. Además, Licenciado, está claro que debido a la forma en que termina su administración, el pueblo va a irse con Brito. “Está bien, Chava”, me dijo Germán y siguió firmando. “Pero a mí no me falles”. Tiene mi voto, le dije. Y se lo cumplí.

Al otro día me sinceré con mi Jefe Lucio., Le expliqué lo mismo y el Licenciado Lucio me comprendió perfectamente. Aún hoy conservo su amistad como algo muy preciado.

Me acordé de eso ahorita que el Licenciado Pedro Brito me está dando la mano para retirarse de enfrente de la explanada. Ya está oscuro. ¿Hasta cuándo va a ser Presidente? Le pregunté. “Hasta hoy; hoy renuncié definitivamente”. ¡Chingada madre! se me salió y ambos soltamos la carcajada.

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